Presentan:
Alvarado Arconada Carlos Alberto
Andrade Ortiz Skarlett Neilany
Elías Gutiérrez Linet Dayana
Hernández Aguilar Cynthia Dánae
Hernández Hernández Melanie
Juárez Rivera Miguel Ángel
Morales Fabela Arlet Marisol
Páez Estrada L. Juan Luis
INTRODUCCIÓN
En 2023, una estampida migrante en Tapachula dejó al descubierto la “gran mentira” de la política migratoria en América Latina. Mientras el gobierno mexicano repetía (como mantra) que México recibe con los brazos abiertos a los migrantes, cientos de personas (incluyendo mujeres embarazadas, niños y adultos mayores) se empujaban entre gritos bajo un sol inclemente, tras horas de espera sin agua ni sombra. No era una fila: era el síntoma de un sistema al borde del colapso, saturado por una crisis que ni México ni los países de origen quieren admitir.
Pero este caso no es casual. Es el resultado de tres negaciones simultáneas: 1). Los gobiernos emisores culpan al “imperialismo” o a las “pandillas”, pero ocultan el fracaso en generar oportunidades. 2). México presume su “tradición humanitaria”, pero carece de infraestructura para procesar a los más de 140,000 solicitantes de asilo que llegaron en 2023 (ONU, 2024). 3). Estados Unidos mientras tanto externaliza su frontera: financia a gobiernos represivos como el de Bukele en El Salvador, pero ignora que sus propias intervenciones históricas crearon las condiciones para este éxodo.
Esta no es una “crisis humanitaria” es una crisis de hipocresía política y los únicos que pagan las consecuencias son los migrantes, atrapados entre discursos grandilocuentes y realidades inhumanas.
DESAROLLO
VENEZUELA
El gobierno venezolano atribuye la crisis migratoria y humanitaria principalmente a las sanciones económicas impuestas por EEUU., especialmente desde 2017, cuando se prohibieron operaciones financieras y se restringió la compra de petróleo, afectando gravemente a PDVSA. Sin embargo, la dependencia excesiva del petróleo, la mala gestión económica y las controversias electorales (como las recientes elecciones de julio de 2024, cuestionada incluso por aliados regionales) demuestran que la crisis tiene causas internas.
La diáspora venezolana comenzó antes de las sanciones más duras (desde 2014), lo que sugiere que factores como la inestabilidad política, la corrupción y el colapso de servicios básicos también impulsaron la migración. Las sanciones agravaron la situación, pero no son la única causa: el modelo económico insostenible y la falta de democracia han profundizado una crisis que trasciende la presión internacional. CUBA Estados Unidos ha mantenido un bloqueo económico contra Cuba desde 1960 con el objetivo explícito de forzar un cambio de régimen, limitando así la influencia de potencias rivales como la URSS en su momento, y ahora China y Rusia. Esta política ha llevado a Cuba a depender de aliados externos, justificar sus problemas económicos como consecuencia del embargo y reforzar el control interno, afectando directamente la calidad de vida de los cubanos. A pesar de que algunos sectores en EEUU consideran esto un éxito, la realidad es que la isla enfrenta su peor crisis en décadas, con un 72% de su población en pobreza, escasez generalizada y una economía devastada por sanciones, la pandemia y reformas fallidas. La crisis cubana no puede atribuirse únicamente a un solo factor: mientras el bloque estadounidense ha causado un daño deliberado y prolongado, las políticas económicas erróneas del gobierno cubano han agravado la situación. La combinación de presiones externas y decisiones internas equivocadas ha creado un círculo vicioso de empobrecimiento y represión, dejando la población atrapada entre dos narrativas de poder que poco hacen para resolver sus necesidades reales. HONDURAS
Honduras enfrenta una crisis humanitaria invisible pero devastadora, donde violencia, desplazamiento forzado y pobreza extrema obligan a miles a migrar para salvar sus vidas. Aunque los políticos usan discursos emotivos para culpar factores externos (crimen organizado, clima), evaden su responsabilidad en perpetuar la corrupción, impunidad y desigualdad que ahogan al país. Mientras las élites manipulan la narrativa, mujeres, niños y migrantes sufren sin acceso a derechos básicos, atrapados en un ciclo de abandono institucional.
La migración hondureña no es solo una búsqueda de oportunidades, sino una huida desesperada por supervivencia: familias enteras arriesgan todo sin garantías, escapando de amenazas climáticas, violencia y hambre. Esta tragedia sigue siendo minimizada, convertida en herramienta política mientras las soluciones reales brillan por su ausencia. Urge dejar de normalizar el sufrimiento y actuar contra las causas estructurales, pues cada migrante representa el fracaso de un sistema que privilegia el poder sobre la dignidad humana.
HAITI
El caso crítico de la migración haitiana es único en su naturaleza, pues es un fenómeno de reemigración. Pueden entender a la remigración como aquel migrante que emigra nuevamente a otra nación a parte de la que había elegido como primer destino de llegada, que puede darse entre la primera y segunda generación. Muchas de estas personas de origen haitiano incluso nacieron fuera de Haití en países receptores como Cuba, Colombia, Estados Unidos y Brasil; sin embargo, por relación directa a condiciones humanitarias, estos migrantes ven en México desde el año 2016 y con un fuerte repunte en números en 2019 hasta la fecha, un nuevo país de destino, amigable y atractivo para vivir. Retomando nuevamente que en su mayoría no llegaron directamente de Haití. Nacieron fuera de Haití de las crisis humanitarias y de constantes desastres naturales. (Yates, 2021).
Nota: adaptada de “Haitian Migration through the Americas: A Decade in the Making”, 2021, de MPI.
Esta remigración haitiana contribuye en remesas para Haití en un 24 % de su PIB, con un ligero descenso desde el surgimiento de políticas migratorias en EUA y México en 2023 después de la Segunda Cumbre de países de Norteamérica, donde los presidentes Biden, Lopez Obrador y el ministro canadiense Trudeau acordaron asegurar sus fronteras, creación de programas migratorios humanitarios y fomento de políticas de deportación paulatina de los migrantes a sus países de origen con una visión en derechos humanos. Lamentablemente pensamos, que, con el regreso de Donal Trump a la presidencia en enero de 2025, estos planes migratorios con perspectiva humanitaria fueron cancelados de golpe por las famosas firmas ejecutivas. Acelerando más la migración haitiana en México.
Las remesas en Haití promediaron 1943,88 millones de dólares estadounidenses desde 2001 hasta 2022, alcanzando un máximo histórico de 3994,39 millones de dólares estadounidenses en 2021 y un mínimo histórico de 810,00 millones de dólares estadounidenses en 2001. (Trading Economics. 2023).
Consideramos que la remigración haitiana representa un reto para México porque la historia podría invertirse en el sentido de una fuga de capitales mexicanos al extranjero; sin embargo, la percepción de esta población migrante en ciudades como Tijuana, la CDMX y Monterrey ha sido vista con buenos ojos por considerarse gente dispuesta a trabajar a lo que bien puede favorecer la economía local y nacional a mediano plazo. A parte, según Lisandro, 2024 Migración haitiana en México: Estudio diagnóstico de una comunidad en movilidad, si bien México suele relacionarse con conductas xenófobas y discriminatorias en algunos casos aislados, la percepción del migrante haitiano del trato mexicano ha sido altamente positiva. Todos nosotros hemos sido testigos de lo que significa la hospitalidad mexicana y lo que significa en la historia del ser mexicano.
NICARAGUA
Desde 2018, Nicaragua enfrenta una profunda crisis sociopolítica marcada por la violenta represión orteguista contra protestas ciudadanas, resultando en detenciones arbitrarias, censura y un éxodo masivo de nicaragüenses. Mientras el régimen de Daniel Ortega consolida su autoritarismo cerrando medios independientes y persiguiendo opositores, Estados Unidos aplica sanciones económicas y presión diplomática con el discurso de defender la democracia, pero con evidentes intereses geopolíticos en la región.
Ambos actores han agravado la crisis: Ortega instrumentaliza las sanciones como "agresión extranjera" para justificar su represión, mientras Washington ignora cómo sus medidas fortalecen la narrativa oficial. La población queda atrapada en este juego de poder, necesitando apoyo genuino (no manipulado) que restaure sus derechos y libertades, lejos de cálculos políticos tanto internos como externos.
GUATEMALA
Pese a ser una potencia regional, Guatemala exhibe contradicciones alarmantes: el 59.3% de su población vive en pobreza (79.2% en comunidades indígenas), lo que impulsa una migración masiva hacia Norteamérica. Los guatemaltecos se insertan en mercados laborales precarios (39.5% como operarios o artesanos), pero el trayecto los expone a trata de personas, violencia y abusos -con 1,423 casos documentados de tráfico ilícito entre 2015-2022-. Muchos terminan atrapados en México, reproduciendo las condiciones de marginalidad que buscaban superar.
Aunque programas como “Muros de Prosperidad” prometen alternativas, no abordan las causas profundas: corrupción, exclusión histórica y un modelo económico que concentra riqueza. La migración refleja así un fracaso sistémico: miles arriesgan sus vidas no por ambición, sino porque el país les niega oportunidades básicas. Urge dejar de verlos como mano de obra barata y reconocerlos como víctimas de una sociedad que prioriza el crecimiento económico sobre la dignidad humana.
MÉXICO
México enfrenta una compleja red de crisis entrelazadas (migración masiva, violencia criminal, desplazamiento forzado y feminicidios) que los actores políticos convierten en discursos vacíos en lugar de soluciones concretas. Mientras comunidades enteras huyen de la violencia en estados como Guerrero y Michoacán, y miles de migrantes sufren de abusos, el gobierno promete “abrazos, no balazos” pero aplica políticas represivas, particularmente contra caravanas migrantes para complacer a Estados Unidos. La oposición, por su parte, explota el dolor social para criticar sin presentar alternativas viables, profundizando la desconfianza ciudadana.
La brecha entre retórica y realidad es especialmente cruel con los grupos más vulnerables: madres buscadoras que enfrentan la indiferencia estatal, víctimas de feminicidios que reciben respuestas negacionistas, y migrantes tratados como problema de seguridad en lugar de sujetos de derechos. Esta instrumentalización del sufrimiento revela un sistema político más interesado en administrar imágenes que en transformar realidades. Urge pasar de los discursos a acciones genuinas que, con empatía y responsabilidad, enfrentan las causas estructurales de estas crisis, antes de que la normalización de la violencia y la impunidad terminen por desgarrar el tejido social mexicano.
EL SALVADOR
La migración salvadoreña se concentra principalmente en Estados Unidos (89% de los emigrantes), seguido por México (4%) y Belice (2%). Este flujo ha aumentado en las últimas décadas debido a la violencia, la pobreza y la búsqueda de oportunidades o reunificación familiar. Entre 1990 y 2016, la población salvadoreña en EEUU casi se triplicó. Durante la guerra civil en los años 80, muchos huyeron, pero menos del 2% obtuvieron asilo, ya que el tío Sam, al apoyar militarmente al gobierno salvadoreño, evitaba reconocer la situación. Tras presiones legales, el Acuerdo ABC (1991) permitió a muchos salvadoreños reabrir sus casos y obtener permisos de trabajo.
En 1990, EE. UU. creó el Estatus de Protección Temporal (TPS) para salvadoreños afectados por conflictos o desastres, aunque sin opción a residencia permanente. Además, miles se beneficiaron del programa DACA, siendo el segundo grupo más numeroso (26,000 participantes en 2018). Para estas medidas, unos 465,000 salvadoreños viven en EEUU sin estatus legal. En respuesta, El Salvador lanzó en 2024 el Plan Nacional de Implementación del Pacto Mundial sobre Migración, con apoyo de la ONU y la UE, para mejorar la gobernanza migratoria, proteger derechos y promover el desarrollo sostenible.
Sin embargo, El Salvador aún carece de una estrategia integral para abordar las causas profundas de la migración, como la desigualdad y la inseguridad. Aunque el plan actual promueve la cooperación internacional, su impacto real dependerá de acciones concretas y sostenibles en el país.
CONCLUSIONES
Para este momento histórico crucial entre nuevos conflictos armados, multilateralismo y alianzas con tensiones globales en gran medida provocadas por Estados Unidos, Rusia e Israel; es evidente que la migración será un fenómeno aún mayor en los próximos años en todas partes del mundo por cuestiones humanitarias y Latinoamérica no será la excepción. Desde los 80´s en la política interna de Estados Unidos a la par de la implementación del modelo neoliberalista surgen la visión de ver el problema de la migración latina (en especial la de origen méxicano) como un problema de seguridad nacional y para la década de los 90´s ya existían las primeras leyes antimigrantes que restaba derechos de ciudadanía, de resguardo humanitario y que incluso criminalizaba la figura del inmigrante indocumentado. Si bien había deportaciones desde comienzos del siglo XX, estas eran mínimas y eran políticas estatales fuertemente criticadas sobre todo en Texas.
Los retos a enfrentar son diversos. Un México que ha logrado influir en la cultura estadounidense gracias a su enorme población migrante dentro de los Estados Unidos y al mismo tiempo un México receptor de otras migraciones que dejan de ver atractivo el Sueño Americano sustituyéndolo por el Sueño Mexicano. Presiones del vecino del norte por detener las caravanas migrantes y grupos de derechos humanos dispuestos a defender el derecho de migrar de las personas bajo el mejor argumento de todos que son personas antes que migrantes y son dotados de derechos fundamentales y universales que no están por encima de ninguna ley nacional. El panorama es confuso y las variantes de predicción muchas, lo cierto es que este fenómeno probablemente rompa con las fronteras políticas algún día para una humanidad cosmopolita con el derecho de trasladarse a donde desee como principal derecho humano y que ningún Estado tenga la posibilidad de crear leyes antimigratorias que violenten dichos principios.
Referencias:
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